¿Cómo me atrevo?

Escrito por Ana Escamilla
15 Ene, 2021
De cuando el miedo se apodera de nosotros dejándonos inmóviles. ¿Qué pasaría si…? O ¿Cómo dejar de tener miedo? La eterna pregunta que TODOS nos hemos hecho en algún momento: fantasear con lo qué podría pasar puede proveernos de intenciones para posibles escenarios y eventuales acciones. Tengo una estudiante originaria de Canadá que a sus […]

De cuando el miedo se apodera de nosotros dejándonos inmóviles.

¿Qué pasaría si…? O ¿Cómo dejar de tener miedo?

La eterna pregunta que TODOS nos hemos hecho en algún momento: fantasear con lo qué podría pasar puede proveernos de intenciones para posibles escenarios y eventuales acciones.

Tengo una estudiante originaria de Canadá que a sus 65 años decidió comenzar a aprender español, lo había querido hacer toda su vida hasta que un día su hijo le descargó una app en su celular para que iniciara.  Ella construyó el hábito de diariamente hacer al menos una lección y continuarlas para algún día poder hablar con su nueva nuera de origen hispano.  Pamela ha avanzado poco a poco y ha completado los cursos básicos llegando hasta los avanzados.  Pero Pamela aún no habla.  Escucha, lee y entiende, pero difícilmente logra articular más de 5 palabras en una oración para expresar lo que quiere.  Tiene miedo de que cuando hable, la gente no la entienda. 

El trabajo con mi alumna no es enseñarle español, es a que ella se atreva a hablar.  Esta historia puede repetirse de distintas maneras, en diferentes contextos ya que cada cabeza es un mundo.  Quien lea estas líneas y el español sea su lengua materna podría considerar que el español es muy sencillo y que a los turistas les vale su español mal articulado, ellos siempre se atreven a hablar.  Sin embargo, no es así. 

El trabajo es atreverse

 El miedo a lo desconocido inmoviliza a todos en lo que nos atañe, en lo que queremos conseguir, en lo que consideramos como difícil de encarar o de experimentar.  En el caso de Pamela su miedo a equivocarse y que las personas a su alrededor la reprueben (incluido su hijo y sus familiares) es suficiente para no intentarlo.  ¿Cuándo será buen momento para intentar?, ¿será acaso cuándo haya alcanzado un nivel más alto de español?, y si nunca practica, entonces ¿cuándo llegará ese momento?  Lo que estoy tratando de ejemplificar es que el mejor momento para intentarlo es el más pronto.  Y ¿cómo hacer de este momento el indicado para intentarlo? De manera breve mi intención es resumirlo en 3 pasos tomando como referencia el caso de Pamela.

  1. Cacha y atrapa ese miedo

    En el momento que Pamela se paraliza al querer hablar, su labor es atrapar a su vocecita interna y guardarla en una cajita (en sentido figurado).  La voz está dentro de su cabeza entonces es su misma cabeza quien puede dirigir las acciones que transitan por ahí por lo que cuando ella trata de hablar en español y la voz se entrometa, la puede guardar de manera temporal para que le permita intentar cosas nuevas.
  2. Pregúntate: ¿qué pasaría si?

    ¿Qué pasaría si Pamela se imaginara que empieza a hablar en español con alguien más y la persona con la que habla le responde y se da cuenta de que realmente está conversando? Crear una imagen en su mente es abrir la puerta de la posibilidad.  Ella puede visualizar y escuchar en su mente e inclusive replicar alguna conversación sencilla que haya escuchado y estudiado antes.  Lo que ella necesita es pensar que existe la posibilidad de que va a poder lograr hablar correctamente.  Al final del día, todo comienza con la intención. 
  3. Toma conciencia y haz algo diferente

    Pamela debe tomar conciencia de los pensamientos que aparecen en su mente.  Ella está acostumbrada a reprimirse cuando no viene una palabra a su mente cuando, en cambio, puede llevar a cabo otras operaciones como buscar la palabra en su celular, voltear la cabeza hacia arriba tratando de recordar alguna canción o conversación en español, recomenzar la frase y citar de manera distinta, en fin, simplemente romper el patrón usual. Empezar a tomar conciencia de nuestros actos no es tarea sencilla, pero por algún lugar hay que comenzar.

Quiero compartirles una metáfora con respecto a este tema.  En mi canal de youtube, encontrarán esta misma metáfora, pero en forma de meditación guiada.  En esta ocasión la historia es la siguiente:

La ardilla cambia de árbol

Alicia era una ardilla que vivía con su esposo en un encino viejo apartado de los estanques naturales y de los nuevos árboles.  Muchos animales habían vivido en él, aunque recientemente los hijos de estos animales habían comenzado a emigrar principalmente debido a las altas temperaturas que se habían comenzado a sentir en los veranos.  El castor que actuaba como el administrador del encino donde todos vivían un día les avisó a los animales residentes que lamentablemente las temperaturas iban a continuar subiendo cada año y les recomendaba que para vivir más cómodamente consideraran cambiar de árbol a otros encinos que estaban a un par de kilómetros donde había depósitos de agua cercanos. 

Ellos habían vivido ahí toda su vida, sus hijitos ardillas también habían crecido ahí y ya se habían mudado a otro encino que era más fresco, más joven, en donde había más comida y más agua.  Cuando su hijo ardilla les pedía que se mudaran a otro encino, Alicia y su esposo no querían hablar del tema; sí les molestaba mucho el calor y las incomodidades que se habían creado en su hogar de siempre, pero pensar en cambiar los paralizaba.  No se podían imaginar vivir en otro lugar que no fuera su encino viejo y (ahora) seco. Una tarde el calor prendió fuego a una de las ramas secas del encino y todos los animales salieron a apagarlo, no pasó a más pero entonces Alicia se asustó porque su esposo se había lastimado cuando apagaron el fuego.  Por primera vez se imaginaron a ellos mismos caminando, dejando su encino viejo y encontrando un nuevo sitio donde vivir. 

En los días siguientes que cayó un poco de lluvia, la imagen del encino viejo reverdeciendo apareció en sus mentes volviéndolos a sentir cómodos en su hogar actual hasta que Alicia revivió la imagen del fuego y a al mismo momento revivió la imagen de dejar su encino viejo.  Visualizó la imagen de ella y su esposo emprendiendo la búsqueda de una nueva casa haciendo esta imagen cada vez más viva, más grande, con sonidos más fuertes, más real y a la vez más posible.      

Todo inicia con la visualización y la intención inicial

Cuando venía a la mente de Alicia la imagen de su casa como era antes, ella se daba cuenta de esto e inmediatamente después se visualizaba a ella misma y a su esposo saliendo del encino viejo.  Llegó ese otoño y comenzaron a visitar los encinos cercanos donde pudieran establecerse.  Cuando llegó la primavera estaban listos para tomar una decisión con respecto a su nuevo hogar, confiados, ambos sabían que cualquier decisión que tomaran les traería mucha paz y mucha serenidad.

Espero que les haya servido esta metáfora. En las próximas entradas de mi blog, les hablaré más acerca de cómo establecer objetivos profesionales.  Por ahora, déjame saber tus comentarios y de qué te gustaría leer.

¡Gracias!

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